¿Y si la mayor amenaza para tu vida no fuera algo obvio, sino algo sutil?
No un ataque directo, sino distracciones constantes que te roban la claridad, la paz y el propósito.
Jesús dijo que vino para que tengamos “vida en abundancia”, pero también advirtió que hay algo —o alguien— que busca robárnosla. Y su estrategia más efectiva para lograrlo no siempre es el caos evidente, sino lo cotidiano, lo que pasa desapercibido.
Este domingo iniciamos la serie “Distracciones fatales”.
